Para ser un buen líder no basta sólo con tener sólidos conocimientos académicos, aptitudes para ejercer un determinado cargo, sino también actitudes que demuestren un trato personal de talla.
Ser líder, más que ciencia es un arte que hay que saber conquistar con un aprendizaje continuo con el cuál lo importante no es no caer, sino levantarse siempre, corrigiendo los errores que como seres humanos cometemos.
“El buen liderazgo es generador y multiplicador de ideas, valores y actitudes, no es un debate sobre quién manda, sino sobre el sentido que le damos a nuestra acción cotidiana: sobre cómo se constituye el sentido de lo que hacemos, cómo se comparte y hacia donde nos moviliza”.
